Antiguamente, como toda ciudad medieval y ejerciendo además como importante centro del comercio, Cracovia estaba forticada. Una de las construcciones defensivas más interesantes que podemos ver hoy en día de aquella época es la Barbacana (barbakan en polaco), una de las pocas que aún se conservan en Europa.
Su arquitectura es curiosa: una planta circular de más de veinte metros de diámetro, un ancho muro de ladrillo en el exterior que se eleva en forma de cilindro, y rodeando el conjunto, un foso. Además, si os detenéis a observar su fachada veréis las 130 saeteras (pequeños huecos en el muro desde los que se disparaban flechas a los atacantes) y siete torreones de vigilancia.
Como podéis suponer, la función de esta construcción militar era totalmente defensiva: conectaba con las murallas de la ciudad, y a su vez custodiaba los accesos a la Puerta de San Florián, donde comienza el Camino Real que conduce hasta el Castillo de Wawel.
De hecho, se decidió levantar la Barbacana tras una de las violentas invasiones otomanas a Cracovia. Fue a finales del siglo XV, por lo que su estilo, aunque austero como su función militar dictaba, podría clasificarse como gótico.
Dentro de la Barbacana, aparte de un patio, no hay mucho más que ver, pero merece la pena que os deis un paseo por las murallas, que están incluidas en la entrada, y así conocéis dos de los mejores ejemplos de arquitectura militar y medieval de Cracovia.