En 1820, cuando las corrientes nacionalistas empezaban a expandirse por Europa, los polacos decidieron levantar el Montículo de Kosciuszko, como homenaje a Tadeusz Kosciuszko, el general que había encabezado la revuelta contra la ocupación prusiana y que también había apoyado a los norteamericanos en la Guerra de Independencia contra los ingleses.
Convertido por entonces en héroe nacional, se decidió conmemorar sus hazañas con el levantamiento de este montículo que emulaba a los enterramientos neolíticos y para el que se trajo tierra desde diferentes campos de batalla, como el de Racklawicka, cuando el ejército de Kościuszko venció a los prusianos.
Desde luego, aunque no sea una visita imprescindible en Cracovia si solo vamos a estar un día o dos en la ciudad, es un lugar curioso y muy simbólico para los polacos, al que se le puede dedicar un par de horas si vamos con tiempo de sobra.
Tiene unas buenas vistas de Cracovia, ya sus 35 metros de altura constituyen un estupendo mirador para contemplar la ciudad y su imponente casco histórico.
Veréis que el Montículo Kościuszko está rodeado por murallas; estas las construyeron los austriacos cuando ocuparon la ciudad, con la idea de utilizar el lugar como fortaleza defensiva. Después fue quedando abandonado y no fue hasta 2002 cuando se finalizó la restauración del conjunto, que había sufrido una profunda degradación a lo largo del siglo XX.