También en la Plaza Rynek Głowny, al igual que la Torre del Ayuntamiento y la Lonja de Paños, encontraremos la Basílica de Santa María (Kościoł Mariacki), de la que destacan sus dos torres.
De estilo gótico, se comenzó a construir en siglo XIV por iniciativa de la burguesía de comerciantes de Cracovia, que anhelaban tener su propio templo al margen de la Catedral de Wawel. Así fue como durante casi un siglo se levantó la estructura de la Basílica de Santa María y de sus dos torres, que sobresalen en la Plaza del Mercado y de las que lo más curioso es su altura desigual, además de lo tétrico de su historia.
Cuenta la tradición popular que la construcción de las torres fue encargada a dos hermanos. Mientras que el hermano mayor avanzaba a buen ritmo con la suya y logró coronarla en poco tiempo, el pequeño, que avanzaba muy despacio, no estaba satisfecho con su trabajo. Tal fue su envidia que una noche, decidió acabar con la vida de su hermano y arrojar su cuerpo al Vístula. Algunas versiones cuentan que poco después, arrepentido, confesó el crimen desde lo alto de su torre y se suicidió. Otras que fue apresado y ejecutado públicamente. El caso es que ante tal mancha, ningún otro constructor quiso terminar la segunda torre y finalmente se decidió rematarla tal como estaba, a menor altura que la primera.
Desde entonces, la torre más alta quedó como torre vigía y por eso todos los días, cada hora, un trompetista toca desde ella el hejnał mariacki, una melodía reconocible para todos los polacos, en honor a un vigilante asesinado por una flecha durante un asedio a la ciudad, mientras hacía sonar su trompeta para avisar a los ciudadanos (por eso la canción se corta de repente).
El mirador de esta torre, conocida también como hejnalica, se puede visitar para disfrutar de unas vistas impresionantes de Cracovia, pero actualmente se encuentra en restauración y no se puede subir.
Mientras, la torre más baja quedó relegada a hacer las funciones de campanario.
No olvidéis fijaros, en la fachada, en el pórtico de estilo barroco obra de Francesco Placidi; en el interior lo más destacable es el mayor retablo de madera Europa (hay que pagar una entrada para poder verlo).
También podréis ver la placa en homenaje a Juan Pablo II, que antes de ser Papa ejerció como arzobispo de Cracovia.